Madrid es una ciudad llena de historia. No solo de la que han hecho los reyes y los príncipes que han habitado sus palacios, sino también de las historias de sus calles, de sus edificios y de sus habitantes.
Forman parte de esta crónica las “casas a la malicia” fruto de la picaresca del pueblo madrileño, muy poco conocidas y de las que os hablamos en este post.
Las “casas a la malicia”, consecuencia de la superpoblación de funcionarios en Madrid
En el Barrio de los Austrias, en la calle del Conde, existe una casa muy peculiar. Una casa con una fachada donde las ventanas están desordenadas, detalle que desconcierta al viandante que se fija y al que si se le preguntase no sabría decir cuántas plantas tiene dicha edificación. Es una de las llamadas “casas a la malicia”.
Esta anomalía arquitectónica surgió a mitad del siglo XVI y se originó como respuesta a la “Regalía de Aposento”, una medida tomada a raíz de la superpoblación de funcionarios que saturaba Madrid debido a la designación de la ciudad como capital del país por parte de Felipe II.
Realmente esta norma era un vasallaje medieval nacido como consecuencia del carácter itinerante de la monarquía española y que aseguraba el hospedaje de la Familia Real, de sus cortesanos y de los funcionarios mientras tenían lugar las Cortes allí donde estuvieran. Una vez que el monarca decidió que Madrid fuera la sede definitiva de la monarquía, el municipio y la Corona llegaron a un acuerdo y pusieron en marcha diferentes iniciativas para llevarlo a cabo.
La “Regalía de Aposento” se convirtió en una carga para los madrileños durante más de tres siglos
Dado que no existían viviendas suficientes para tantas personas, las autoridades establecieron la “Regalía de Aposento”, que obligaba a los propietarios de las casas a ceder la mitad de la superficie útil de su domicilio a los miembros de la Corte que necesitaran alojarse.
Como a nadie le agradaba tener en su casa a extraños, los constructores del siglo XVI idearon diversas formas de engañar a las autoridades municipales: desde cubrir las casas con tejados grandes para que no fuera posible saber cuántas plantas tenían, hasta desordenar los vanos, pasando por convertir callejones, corrales o patios en superficies habitables o disimular buhardillas. Todo valía para evitar la “Regalía de Aposento”.
Aunque hoy en día solo se pueden ver tres ejemplos de estas construcciones (la que hemos comentado al comienzo de este post en la calle del Conde, otra en la calle del Toro y la última en la calle de los Mancebos), en su momento llegó a haber más de mil “casas a la malicia”, que provocaron en la capital tal caos urbanístico que no se sabía cuantas casas había en Madrid.
En Hotel Regente nos encantan las pequeñas historias que hacen de Madrid una ciudad única en el mundo. Si a ti también te gustan, te invitamos a que visites otras entradas de nuestro blog para que conozcas todos los rincones de nuestra capital. ¡Nos gustará saber qué opinas de ellas!