Como es bien sabido, San Isidro Labrador es el patrón de Madrid. La mayor prueba del fervor son las fiestas que se realizan en La Pradera y en Las Vistillas cada año. Pero, ¿cuál es la historia detrás de estas fiestas populares?
El protagonista indiscutible es el patrón, alrededor del cual hay multitud de leyendas. Era un aplicado labrador que solo paraba para rezar en la ermita. Como suele pasar cuando la gente destaca en algo, pronto despertó las envidias entre sus compañeros, que fueron a su capataz a quejarse de que nuestro amigo descuidaba las tierras para orar. Cuando este llegó, se quedó boquiabierto: dice la leyenda que vio cómo las tierras se trabajaban solas mientras Isidro rezaba. Según el cristianismo, eran ángeles que le protegían del posible despido. Pero no es el único milagro que se atribuye a San Isidro: entre ellos, encontramos el del pozo (cuando su hijo cayó a un profundo pozo, él y su mujer Santa María de la Cabeza se pusieron a rezar al unísono, de tal forma que el nivel del agua creció hasta que el niño pudo volver a la superficie) o el de la olla infinita (cuando en un reparto de comida para los más necesitados, ante la falta de comida, la olla mágicamente se empezó a llenar una y otra vez, como si no tuviese fondo).
Precisamente por esa reputación pronto se convirtió en el santo al que rezaban todos los campesinos, sobre todo en épocas de sequía. A partir del 1212, la devoción por este santo creció tanto que se sacaba su cuerpo en desfile para pedir más lluvia. En 1520, se construye la primera capilla donde se deposita el cuerpo. A partir del siglo XVI, los madrileños empiezan a peregrinar cada año, recorriendo la Cuesta de la Vega y la calle Segovia, para acabar en la ermita besando los pies del santo y bebiendo de la fuente de al lado. Por esa época ya empezó la costumbre de quedarse luego en la pradera merendando. De ahí la cantidad de puestos con las que se conocían como “Rosquillas del Santo”. Pronto la celebración se extendió en el tiempo durante más días, complementándose con la llegada de bailarines de fuera de Madrid y acogiendo otras horas de comida como el almuerzo: por eso, se instalaron delicias propias de ese tiempo como los entresijos y las gallinejas, que a día de hoy siguen siendo tradición.
En la actualidad, las fiestas de San Isidro se extienden por toda la ciudad: aparte de la Pradera, destacan otros puntos de fiesta como Las Vistillas, Plaza Mayor o Arganzuela. Algunas de las actividades destacadas son el reparto de comida gratuita por asociaciones de la zona (como paella o cocido), conciertos gratuitos de artistas reconocidos, fuegos artificiales, verbenas de barrio o actos religiosos (como ir a recoger agua de la fuente de la Ermita del Santo, tradición que aún se mantiene). Puedes ir a bailar un chotis, vestirte de chulapo o chulapa, comprar comida típica (como rosquillas, entresijos, gallinejas, bocadillos “ligeritos” de panceta y chorizo o encurtidos varios como berenjenas, banderillas o aceitunas) o simplemente pillar algo de bebida fresquita para tomarlo tranquilamente en el césped mientras charlas con tus amigos.
Si estás por Madrid durante por la segunda semana de mayo, debes saber que no puedes perderte estas fiestas. Da igual que todos los años se vaya a la Pradera, ¡es que tienen algo tan especial que son cita obligada para madrileños y visitantes! Si te planteas venir este año o el que viene, estás de enhorabuena: Hotel Regente está a unas pocas paradas de metro, ¡en menos de 15 minutos podrás estar bailando con chulería y solera! Reserva con nosotros, y preocúpate solo de encontrar hueco en el césped sin que el chulo de Pichi te castigue.